INOCENCIA

Un día cualquiera te levantas por la mañana y ves que todo ha cambiado. Que tienes el pelo más claro, la cara más madura, el cuerpo distinto.. que ya no eres la niña pequeña a la que estabas acostumbrada ver asomar por el espejo. A veces, te ridiculizas, otras te sientes mayor, y cuando te das cuenta ves que tu propia vida está pasando y ni siquiera eres consciente de ello.

Miras hacia atrás y ves como tu vida no es la misma, tus padres no te tratan igual, incluso, tu manera de actuar es diferente. Y todo esto lleva a preguntarte por qué. 

Comienzan a llegar primeros amores, los pasajeros, los que perduran durante toda la vida, y quizás los que más daño hacen. Entiendes que todo no se soluciona llorando como cuando eras pequeña y que la vida, por muy bonita que la pinten tiene sus cosas grises. Empiezas a valorar cosas que antes no veías, cosas pequeñas que para ti, ahora, son enormes. Y lo más importante, comienzas a ver, a escuchar y a sentir. 

Empiezas a ver la realidad tal y como es, descubres que el mundo no es perfecto y que todavía te queda una larga vida por recorrer. Escuchas a los demás, te interesas por sus vidas, incluso te preocupas por lo que pueda pasar y empiezas a sentir, a enamorarte, a vivir, a necesitar. Comienzas a amar aquello que realmente quieres, que es fundamental para tu día a día.

Infinidad de momentos, de situaciones, quizás para unos más significativas, para otros, una vivencia oculta de la que ni siquiera hablan, para mí un pasado reciente. La inocencia perdura toda la vida, la guardas en lo más adentro de tu alma, al lado de tu niñez, de tus buenos ratos, de la ilusión. No se debe perder nunca esa pizca que te hace sentir, que te hace vivir y que te hace amar como un niño pequeño. 

Mira al futuro como algo sencillo, capaz de llegar a él, y manteniendo viva la llama del pasado. Improvisa, recuerda y vive como realmente quieras. Sonríe e ilusionate, de vez en cuando, no hay nada más vital que eso.